Curación
Sólo bastó con
saber que éramos del mismo planeta y nuestros dedos se entrecruzarían hasta
parecer que no habría fuerza más grande para separarlos que aquella que los
unía.
Nunca supimos
nuestros nombres, solos tomados de la mano entre la multitud.
Extraños y
ajenos. Imperfectos y rotos.
El uno para el otro en esa pequeña eternidad.
Las
raíces del corazón entre los dedos.
Eso bastó para la
curación.
Comentarios
Publicar un comentario